A lo largo de la historia de los pueblos se observa como se repiten algunos acontecimientos que pudiéramos considerar como conductas de rebeldías, alzamientos, rebeliones civiles y militares, aunado a diversos problemas que atraviesa la humanidad: hambre, pobreza, miseria, conflictos bélicos, deterioro ambiental, violencia y criminalidad de diferentes tipos y géneros.
Esto pone en evidencia una acentuada crisis de valores y necesidad de cambios profundos a nivel del pensamiento y la acción gerencial.
El hombre en su afán por tener dominio sobre la humanidad, (lucha del hombre por el hombre), lucha de clases, dominio político y económico sobre países y las formas de dominación hasta ahora conocidas, a través de las ideologías, el control político, militar y económico, no ha vacilado en manipular hasta donde sea posible para ejercer su hegemonía.
Por esta razón, algunos han dicho que la política es la ciencia de lo posible, cuestión que no puede seguir sucediendo, cuando se comienza a afectar al propio ser humano, su medio ambiente, todo por el modernismo, desarrollismo o consumismo desmedido. De allí que, la lucha comienza en la mente de las personas de la forma como perciban y piensen los problemas dependerá de como los aborde y actúen.
Y los políticos son los responsables de que la ciencia y la tecnología se empleen en beneficio de la humanidad, nos refiere Morín (2001).
Pero hasta ahora esa nueva raza de políticos no ha emergido de manera visible o al menos donde se conozcan algunas experiencias exitosas, debido al influjo de un instrumental científico-filosófico-tecnológico de corte europeo y americano, que ha ejercido una gran influencia en esta parte del mundo occidental, lo cual desató una especie de creencia que cada individuo debía ejercer una determinada tarea o especialidad para poder desarrollarse o sobrevivir.
A esto se unió una creencia de que la ciudadanía ejercería un determinado tipo de control social sobre la administración pública, los actores políticos y empresas privadas con interés nacional, lo cual según Foucault llamó el estado panóptico, siendo esto hasta ahora sólo mencionado en los discursos y en algunas acciones muy bien difundidas de carácter político y social. Por ello que nos interesamos en los estudios que vienen realizando Alberto Buela y un grupo de amigos (Argentina) sobre el tema de la metapolitica y que en sucesivas entrega iré haciendo un análisis de estas grandes categorías que se vienen estudiando entre las cuales están: homogeneización e identidad, mundo único o regiones culturales, crisis o decadencia, derechos humanos vs derechos de los pueblos, multiculturalismo o interculturalismo, memoria o historia, pensamiento único o disidente, consenso o disenso, pluralismo o unidad.
Para Morin (2001): “la metapolitica expresa un proyecto que- por la mediación de los cielos- los hombres rectos se esfuerzan en realizar en la tierra, oponiéndose a las fuerzas infernales que intentan resistir” (p.15). Es decir, la metapolítica busca dar una salida a la crisis que viene ocurriendo de manera sistemática y bien organizada en muchos países. Pero nos referiremos en este caso y estudio particular al caso Venezuela sin que esto implique desconocer que existe una importante interconexión de orden internacional.
La metapolítica va más allá de la política, es filosófica, ya que cada pueblo tiene sus propias creencias, culturas. Es un saber interdisciplinario y no ha sido incorporada al currículum universitario (Revista Disenso, 1.990)
Y teniendo siempre presente que una conclusión nunca significa la última estación del recorrido.
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